Una serie de muros paralelos que construyen un interior más fluido.
Una distribución excesivamente compartimentada, que no responde a los requerimientos de sus nuevos propietarios, se transforma construyendo una serie de muros paralelos de madera que potencian la fluidez longitudinal de la luz y las vistas entre las dos fachadas más alejadas, mostrando la grandeza de la dimensión de la pieza.
El respeto al color dorado de las carpinterías de aluminio, la colocación en espiga del pavimento de roble, así como algunos detalles quiere remitir a la época de la construcción de la finca y su arquitecto, Antoni Bonet Castellana.